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Las artistas que darán vida a la nueva creación de Lemi Ponifasio en Santiago a Mil 2020


Natalia García Huidobro y Elisa Avendaño serán las protagonistas de Amor a la muerte, performance que une el flamenco con la cultura mapuche, y que marca el regreso del destacado director samoano al Festival Internacional Santiago a Mil.

Por Lorena Caimanque L.

Vienen de mundos distintos pero ambas han dedicado su vida a explorar el universo artístico, histórico y emocional de dos culturas. Se trata de las chilenas Natalia García Huidobro y Elisa Avendaño, la primera destacada bailarina de flamenco, y la segunda, cantautora mapuche y hoy en día una de las principales promotoras del arte, lengua y tradiciones de su pueblo.

Las dos compartirán escenario en enero durante las funciones de Amor a la muerte, performance con la que el director y coreógrafo Lemi Poniofasio regresará al Festival Internacional Santiago a Mil para explorar el flamenco y la cultura mapuche a través de la creación de cada una de las artistas.

Para armar este espectáculo viajamos junto a Elisa para hacer una residencia de tres semanas en Nueva Zelanda. Trabajábamos todos los días de 11 de la mañana a 9 de la noche, fue muy intenso, tuvimos mucha conversación, pero también mucho espacio para improvisar y probar cosas. Lemi no es un coreógrafo que esté imponiendo, sino que trabaja mucho desde la intuición, indaga mucho en el intérprete, en el propio artista”, comenta Natalia García Huidobro acerca del proceso de creación de Amor a la muerte.

Sobre los resultados que se verán en enero, Elisa Avendaño adelanta que la música que interpretará será la expresión de un rito de muerte, “se verá lo máximo de mi energía, sobre todo tras la pérdida de Camilo Catrillanca”, dice la cantautora, quien anteriormente ya trabajó con Lemi Ponifasio para un espectáculo de Santiago a Mil como parte del elenco de Ceremonia Performance Mau Mapuche.

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LA UNIÓN DE UNIVERSOS CREATIVOS

Esta no es la primera vez que Natalia García Huidobro y Elisa Avendaño trabajan juntas. Se conocieron por primera vez en 2017, durante las presentaciones de Ceremonia Performance Mau Mapuche para el Festival Santiago a Mil. En esa oportunidad, Natalia participó como asistente coreográfica de Lemi Ponifasio, y Elisa, como una de las artistas invitadas del espectáculo.

─ ¿Qué destaca del trabajo de su compañera?

─Elisa Avendaño: Con Natalia nos conocimos y nos hicimos amigas en Mau Mapuche. Fue una suerte compartir con ella, conversar sobre el flamenco que hace, entender que más que una danza española es una danza de los gitanos. Yo creo que al interpretar una música así Natalia entiende la situación de los pueblos que han sufrido la migración, el desalojo, que les han quitado su derecho a vivir como corresponde, y eso me da confianza de su trabajo.

Natalia García Huidobro: Tengo una profunda admiración por Elisa. Convivir y aprender de ella me parece increíble, un privilegio. No creo que hay muchas cantantes mapuche con un conocimiento así de la tierra, del idioma, de las plantas, de toda una vida que dedicada a una labor que no es solamente artística. Ella trabaja en la educación, en la recuperación del idioma, y en ese sentido me parece importante su figura para Chile, para la cultura mapuche. Es alguien fundamental que hay que cuidar y visibilizar.

─ ¿Cómo ha sido el proceso creativo con Lemi Ponifasio ahora como protagonistas de un espectáculo?

─ Elisa Avendaño: Como no sólo voy a cantar ha sido un nuevo aprendizaje, pero confío porque es un trabajo muy fino lo que Lemi trata de hacer con los indígenas, con su pueblo. Yo he aprendido mucho con eso. El valor y dedicación que entrega a cada cosa es admirable.

─ Natalia García Huidobro: El proceso con Lemi es muy intenso, yo me estoy preparando desde ya física y mentalmente porque es un trabajo muy minucioso. Creo que Lemi genera unas conexiones que son particulares, y que a mí en lo personal me atraen, pienso que tiene muy claro el lugar de un escenario, de un espectáculo, y también muy claro el lugar de un intérprete. Él es capaz de dirigir un lenguaje que no conoce y darle una relectura por así decirlo.

RECOLECTORA DEL FLAMENCO

Siendo muy joven Natalia García Huidobro abandonó Chile para dedicarse al estudio y práctica del flamenco, su gran pasión hasta estos días, que la ha llevado a trabajar junto a compañías en México, Dinamarca, Francia, Canadá y España. Radicada hace más de 15 años en este último país, en 2000 funda su propia compañía de flamenco contemporáneo, La típica, junto a la que ha dirigido espectáculos como A ras de tierra (2000), Memorias del viento, (2002), Acuérdate de mí, Lola (2012) y recientemente El arrebato (2019), montaje que se estrenó en abril de este año en el GAM.

Hoy en día, el flamenco es para Natalia un compromiso y gran amor que sigue estando vivo. Es, dice, como todas las relaciones amorosas, "primero es un rayo, una flecha y luego, con el tiempo, vas mirando todo con más distancia. Ahora diría que es un compromiso con el lenguaje, con el estudiar, con lo que significa llevar ese lenguaje con dignidad. Entonces es como una relación de amor como cualquiera, si esto perdura es porque hay lazos más profundos que solamente este primer rayo. Ahora, sin este primer flechazo no tendría ningún sentido, pues es un lenguaje que demanda mucho tiempo, dedicación, muchas horas de estudio”.

Más que una promotora a nivel internacional del flamenco, Natalia se siente como recolectora y miembro de una generación de artistas que, sin haber crecido en España, han llegado al baile por amor, generando desde ahí también pertenencia: “es otra manera de entrar a un lenguaje. A eso yo le llamo recolectar ideas, experiencias, tradiciones. El flamenco es una tradición con muchos códigos cruzados por la historia, por la vida, por la tierra. Entonces como una no tiene esa experiencia se aborda todo como un recolector, en ese sentido pertenezco a una corriente de gente a nivel mundial que tenemos esta historia parecida de haber llegado al flamenco por amor”.

©Alejandro Galvez


─ ¿Y cuál crees que ha sido el rol de los artistas para que el flamenco sea hoy en día una expresión reconocida a nivel mundial? ¿Te sientes parte de eso también?

─ Creo que esta es una cultura que encontró su sobrevivencia en el tiempo, en alguna parte gracias al turismo, pero también gracias al arte mismo. Estamos hablando de algo que ya tiene sus festivales, sus circuitos, una bienal, es un lenguaje que tiene un gran reconocimiento a nivel internacional. Además, ha tenido una fuerte evolución en los últimos años, se ha diversificado como lenguaje. En este momento en el mundo se está bailando en muchos lugares y países. Ya no es algo que está solo en España. Además, es un lenguaje que está relacionado a una tierra y a una manera de vivir. Son memorias que van viajando, pero la vida de hace 200 años de los gitanos no es la de hoy, entonces en eso ha encontrado su supervivencia y se ha diversificado muchísimo gracias a los artistas.

VOZ DE LA CULTURA MAPUCHE

En otro punto del mapa, Elisa Avendaño recorre Chile y el mundo transmitiendo la cultura de su pueblo a través de la enseñanza del mapuzungun, la medicina mapuche tradicional y la composición-interpretación de música tradicional mapuche.

Dirigenta social en dictadura, con la llegada de la democracia a Chile Elisa comienza a dedicarse de manera más profesional al canto y la composición: “los mapuche siempre tenemos distintas estrategias de lucha, de movilización, de decir las cosas. Para mí la música es un lenguaje, una forma de llegar a nuestras comunidades, de comunicarse con el ser superior, de enseñar el mapuzungun”, explica la cantautora.

“Fui dirigente social desde fines de los 70. Mi familia sufrió represión en dictadura, les decía que eran comunistas y que tenían armas. En esa época con un grupo de jóvenes empezamos a hacer música porque así no nos detenían. Íbamos con los instrumentos y bailando, y en nuestro idioma y con nuestra música hacíamos los discursos, decíamos las cosas que estaban pasando, cómo podíamos organizarnos, qué podíamos hacer”, recuerda.

Elisa Avendaño

−¿Se siente una promotora del arte mapuche?

─ Mis creaciones yo las he ido haciendo en parte como una denuncia política de la situación del pueblo mapuche, pero también como resistencia, buscando la manera de resistir como pueblo. Yo creo que lo fuerte de la música es cómo yo voy transmitiendo la lengua, el idioma, esas dos cosas son importantes. Yo he ido transmitiendo la lengua mapuche con mucha energía, con mucha fuerza ahí.

─ ¿Cuál cree usted que es el rol del arte y la música en la denuncia a la violencia y represión que sufre el pueblo mapuche en la actualidad?

─ Creo que el arte puede apoyar mucho, dar energía a las movilizaciones de los pueblos indígenas para que defiendan sus derechos. Nosotros estamos gritando a los cuatro vientos que aquí estamos con nuestro idioma, con nuestros sonidos, con nuestra voz, y yo creo que todo tipo de arte que se practique con frecuencia en los pueblos va a ser un aporte.


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