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Hablamos con Alexander Weibel, especialista en cuerdas de Knitting Peace


Hablamos con Alexander Weibel, especialista en cuerdas de Knitting Peace

Se define como una persona sencilla, positiva, práctica y con los pies en la tierra: “no pierdo el tiempo preocupándome de cosas que no merecen la pena”. Esa actitud frente a la vida se conjuga con la del resto de artistas de Cirkus Cirkör para desarrollar una reflexión sobre la paz en Knitting Peace, espectáculo de la compañía sueca que debutará en Chile el 1 de julio.

Por Sonia López Baena

El equilibrio no se alcanza por medio de grandes cambios. Las técnicas de circo nos muestran de manera muy clara cómo pequeños ajustes tienen un gran impacto en los resultados.
-Escuela de Circo Carampa, Madrid.

Y algunos ajustes (no menores) marcan la relación de Alexander –equilibrismo, cuerda floja y violín en Knitting Peace– con el circo contemporáneo. La primera vez que este madrileño de origen estadounidense puso un pie en un piso amortiguado revirtió la decisión de convertirse en ingeniero, profesión para la que llevaba estudiando tres años. Ya antes de entrar en la universidad se vio en el dilema de decidir si seguir una carrera como violinista, instrumento que toca desde los seis años, o llevar “una vida más segura”, como pensaba que sería el futuro de la mano de la Ingeniería. Pero no perdió el tiempo en comprobar esas mieles y cambió de rumbo.

Dejó la universidad y se inscribió en la Escuela de Circo Carampa de Madrid, donde recibió formación en varias disciplinas. Después de un año de instrucción, marchó a Moscú y, de ahí, a Estocolmo. Un intenso recorrido que le permitió conocer diversas posibilidades de entrenamiento circenses y nuevas miradas. “En Madrid estaba muy bien, pero el nivel era muy básico. En Rusia era muy duro y muy tradicional, y como yo quería algo más moderno, elegí Estocolmo”, explica Alexander. En la capital sueca asistió durante tres años a la Universidad de Circo y Danza, una decisión crucial para tomar contacto con el panorama europeo del circo contemporáneo.

Al terminar la escuela, Alexander comenzó a preparar y presentar sus espectáculos como artista independiente hasta que Tilde Björfors, directora de Cirkus Cirkör, se interesó por su trabajo y le propuso montar juntos un espectáculo que llamaron Knitting Piece (Pieza de Tejido). Este show terminó siendo una pre-producción de Knitting Peace (Tejiendo la Paz, un juego de palabras con el título anterior), al que se sumaron otros integrantes que ampliaron con sus personalidades las significaciones y estéticas del montaje.

“Aino Ihanainen –invertida, tejedora en directo– teje mucho, y ahí entró todo lo relacionado con tejer. A Tilde le gustaba mucho John Lenon, Yoko Ono y su visión de la paz y de cómo el mundo sería más tranquilo si todos tejiéramos”, nos cuenta. Se cerró entonces el concepto en torno a la paz y se adaptó la producción para girar por diferentes teatros. “Quizá la paz es un tema demasiado grande como para afrontarlo en un espectáculo de circo, pero creo que hemos conseguido un espectáculo muy visual, con imágenes muy fuertes, muy bonitas”.

Knitting Peace ha recorrido una decena de países con este montaje que llegará a Chile en julio en su versión original, sin pausas, algo que Alexander ve como una ventaja porque entiende el espectáculo como “un mundo en el que necesitas entrar. Al principio, comienza bastante pausado y si se consigue centrar en el mundo que queremos crear, te arrastra y te lleva”. Knitting Peace maneja tres tendencias: las líneas, los nudos y el patrón de tejido y cada uno de los artistas está adscrito (por personalidad) a cada uno de ellos: “Cada personaje tiene diferentes características, según cómo somos nosotros. Yo trabajo con líneas rectas y otros con elementos que están más enredados. Hay otros que están liados, pero que encuentran cómo salir de ese círculo donde se quedan atrapados”.

Alexander, además de los equilibrios sobre cuerdas, apoya con su violín la música en vivo del espectáculo. Reconoce que la música “marca una diferencia en el espectador y el show. Hay una comunicación entre el músico y lo que pasa en escena. Él nos ayuda a nosotros y nosotros a él. Es como un intercambio de energía”. La música contribuye a otro de los objetivos de Knitting Peace: que los cuerpos de los artistas hagan posible lo imposible. La expectación es grande, y no solo para el público chileno, sino también para la compañía: “Creo que va a funcionar bastante bien con el público. Toda la compañía está muy emocionada por llegar a Chile”.

Knitting Peace se presentará del 1 al 12 de julio en el Teatro Municipal de Las Condes. Venta de entradas en Boletería Teatral (Costanera Center nivel 1), en la boletería del teatro y aquí.

Foto: Alex Weibel.
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