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Rabih Mroué, creador teatral: "ANTES DE LA REVOLUCIÓN EN EL LÍBANO, SENTÍAMOS QUE NO TENÍAMOS NINGUNA ESPERANZA”


El creador, intérprete y director libanés llega a Chile por primera vez para presentar en Santiago a Mil 2020 tres montajes basados en la realidad de Medio Oriente, pero profundamente conectados con las actuales manifestaciones sociales chilenas. Acá, Mroué habla de sus procesos creativos, de por qué no busca la “victimización” en sus relatos y de su especial lenguaje teatral, que mezcla teatro, video y artes visuales.

Por Mariel Cea

“¡Hola! ¿Cómo está todo por allá?... ¿Siguen las protestas?... Bien, bien… Está pasando lo mismo en el Líbano…”.

Desde Berlín, a más de 12.500 kilómetros de Santiago, el actor, dramaturgo, artista visual y director teatral Rabih Mroué (Beirut, 1967) cuenta a través del teléfono que está al tanto del estallido social que se vive en Chile, donde millones de personas han salido a las calles para exigir sus derechos y una vida más digna. Y cómo no estarlo, si su camino se ha cruzado con la realidad chilena de manera doble: porque el Líbano, su país natal, está viviendo desde octubre similares movilizaciones en contra de la corrupción política y la crisis económica, y porque en enero de 2020 presentará aquí tres de sus obras en el marco del XXVII Festival Internacional Santiago a Mil.

A través de sus montajes Looking for a missing employee, The Pixelated Revolution & Sand in the Eyes, y Borborygmus, Rabih Mroué presenta relatos que han tenido lugar durante conflictos sociales de Medio Oriente y que también están influidos por su historia personal: una que se vio marcada por la guerra civil de su país entre 1975 y 1990. “Viví 15 años de la guerra, toda mi adolescencia y parte de mis años universitarios, así que fue muy normal empezar a trabajar junto a otros artistas y creadores de teatro sobre nuestras experiencias de ese período”, explica Mroué, quien también es editor-colaborador de la revista estadounidense The Drama Review y cofundador del Beirut Art Center.

Pero el interés del creador era ir más allá de solo mostrar lo que había sucedido. Su foco era pensar cómo debía presentar la guerra en un escenario. No quería hablar sobre el horror, y esa fue una diferencia que transformó la manera en la que estaba haciendo arte: “Se trataba de entender, de hacerse preguntas, de ser escéptico sobre lo que habíamos hecho durante la guerra. Eso era mucho más importante que decir cuánto sufrimos o qué tan difícil fue. No nos interesaba victimizarnos”, recuerda.

Luego de seis años de dedicarse a las artes escénicas, Rabih Mroué comenzó a preguntarse por qué estaba haciendo teatro en la forma en la que lo estaba trabajando. Entonces, empezó a incorporar a sus proyectos otras disciplinas, como la danza, arquitectura y el diseño gráfico, y formatos como el video y las proyecciones audiovisuales. “Me tomó algunos años abrirme a otras disciplinas artísticas y dejar de hacer lo que se entiende por ‘teatro moderno’. Abrí mi cabeza y de a poco los límites comenzaron a difuminarse, por eso empecé a hacer trabajos con artes visuales, exhibiciones en museos y centros artísticos. Pero me gusta pensar que todos mis trabajos vienen del teatro, que tienen un contexto en el teatro, y decir que soy un creador de teatro, más que un artista”, cuenta. Además, incluyó otro especial ingrediente en sus montajes: los espectadores nunca sabemos si lo que Rabih Mroué cuenta en sus "conferencias performáticas", revestidas con un manto de seriedad y rigurosidad propios de un reportaje documental, son hechos verdaderos o ficcionados por el autor. Y a él, por cierto, le acomoda moverse en esos límites. "Cuánto decidimos confiar en Mroué es parte de su juego, y también del placer inteligente y subversivo de su trabajo", dijo de él The New York Times.

TRES OBRAS, TRES GÉNEROS

Si hay algo que distingue a los trabajos de Rabih Mroué es su lenguaje multidisciplinario. Y eso es lo que veremos en su triple presentación en Santiago a Mil 2020. Looking for a missing employee habla, a partir de la noticia de la desaparición de un funcionario del gobierno libanés, sobre la corrupción entre los políticos libaneses, “quienes roban dineros públicos y los destinan para sus propios beneficios”; The Pixelated Revolution & Sand in the Eyes son dos lecturas performáticas que abordan la guerra de Siria retratada desde los celulares de sus ciudadanos, junto con los especiales mecanismos que ocupa ISIS para captar a sus adeptos. Borborygmus, por su parte, es el más reciente proyecto del creador árabe junto a su compañera Lina Majdalanie —con quien trabaja desde 2002— y el músico Mazen Kerbaj. Todos juntos reflexionan sobre la desilusión y el fracaso, y cómo se han rendido ante la triste realidad del mundo actual. “Hemos tratado de cambiar, de remover algo en nuestra experiencia y nuestra desesperación después de años de trabajar. Es una pieza muy oscura, pero es exactamente lo que está pasando en Chile, al igual que en el Líbano. De hecho, cuando empezó esta última revolución, hace poco más de un mes, comenzamos a tener esperanza de nuevo. Antes de que pasara esto, sentíamos que no teníamos ninguna esperanza de nada”, confiesa Mroué.

—Resulta impactante cómo tus obras se relacionan estamos viviendo en Chile y otras naciones de Latinoamérica. ¿Por qué crees que se están dando estas luchas? ¿Cuál crees que es el rol del teatro, y del arte en general, frente a estas problemáticas?

—En muchos países se están viviendo y levantando nuevas revoluciones en contra del sistema y los regímenes donde se vive de forma muy poco democrática y con mucha desigualdad. En el Líbano lo estamos viviendo desde mediados de octubre; estamos orgullosos de esta revolución y esperamos poder cambiar algo. Pero es difícil, y me imagino que sucede lo mismo en Chile. Las personas que son responsables han estado en el poder durante muchos años, y no es como que en un día podamos sacarlos de sus posiciones. La lucha es muy difícil, pero sé que hay mucho que se puede hacer como ciudadanos, como pueblo, y eso es participar. En lo personal, no sé cómo el arte puede ser útil en el Líbano en este momento, porque creo que tengo que ser una de las personas, uno de los individuos, de los ciudadanos, que está en las calles, demostrando y luchando por nuestros derechos. Creo que el arte puede esperar un poco, es un espacio donde poner dudas, preguntas, reflexiones, mis creencias. He decidido posponer mi rol de artista y ser parte de la revolución.


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