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Cuerpos que movilizan


Las piezas de danza y performance convocadas para esta edición de Santiago a Mil tienen potentes discursos sociales y políticos: desde la falta de empatía con los adultos mayores, pasando por los costos de la inmigración y la desconexión con el medioambiente, hasta el racismo y la desigualdad son temas que aparecen retratados a través del movimiento y la acción de los cuerpos.

Por Sebastián Iturrieta

LOS MIEMBROS DE LA COMPAÑÍA de danza brasileña E Quem É Gosta? lo recuerdan claramente: “El 3 de septiembre de 2019, un niño negro fue amordazado, atado y azotado dentro de un mercado en la ciudad de Sao Paulo. Siguen los azotes, las palabras y recuerdos de un pasado lejano, ‘colonial’, cuando había personas que podían comer, pensar y amar, y otras que no”, cuentan los creadores de ¿Esto es un negro?, la performance que presentarán en Santiago a Mil 2020. Una pieza que se estrenó en Brasil en marzo de 2018, pero que se conecta profundamente con este hecho y con la realidad que hoy viven miles de brasileños afrodescendientes, en medio de un clima social que en los últimos meses ha agudizado conflictos como el racismo y la desigualdad.

Ambas realidades, por cierto, afectan no solo a ese país, sino a toda América Latina. Sin embargo, en Brasil el tema es especialmente sensible, ya que el 51,9 por ciento de su población se identifica como “negra” o "parda” (descendiente de africanos); esto, porque la diáspora africana —la inmigración forzada de habitantes de ese continente que llegaron a América como esclavos— recaló principalmente en Brasil, con 5.000.000 de personas. Por eso, especialmente en el nordeste de ese país, la influencia de la cultura negra es parte fundamental del relato brasileño.

Y por eso, en ¿Esto es un negro?, cuatro artistas brasileños, dirigidos por Tarina Quelho, suben al escenario para retratar, en primera persona, lo que significa para ellos vivir, trabajar y hacer arte. Y lo hacen traduciendo en movimiento las teorías de intelectuales brasileños y extranjeros sobre “ser negro”.

EL TRANCE DE INMIGRAR

Hace diez años, cuando la inmigración de países como Haití y República Dominicana a Chile era aún un número bajo en las estadísticas, el coreógrafo y sociólogo haitiano Evens Clercema llegaba al país para hacer una nueva vida. Una década después, junto a la compañía JAFCO American Dance, transformó sus experiencias y las de sus compatriotas en una obra de danza: Trance, cuerpo y ancestralidad, que pone en escena una pieza con ritmos afrocontemporáneos que habla de las emociones que trae consigo migrar y ‘hacer hogar’ en otro lugar distinto al de nacimiento.

Un ejercicio similar al que realizan las obras nacionales El arrebato, de Natalia García-Huidobro, que también toca el tema del desarraigo que se vive durante la inmigración, y Es tan lindo saber que usted existe, de Sebastián de la Cuesta: un llamado a visibilizar las necesidades y afectos de los adultos mayores, en una sociedad que rinde culto a la juventud eterna. O el que lleva a escena Álvaro Pizarro con su obra Árbol, que en clave butoh reflexiona cómo nos comportamos con la naturaleza poniendo en jaque la destrucción de la humanidad, relevando la crisis medioambiental.

PARA REFLEXIONAR Y VIBRAR

Otras piezas nacionales presentes en Santiago a Mil 2020 ponen en juego un diálogo del cuerpo con la anatomía y el sonido. Corazón, anatomía la mirada de otros, de la realizadora escénica Daniela Marini y el médico y músico Pablo López, es una creación que indaga en el principal órgano del cuerpo para hablar del “ser humano”, unir danza, medicina, afectos y sentimientos. Resonar 2.0, de los artistas Francisca Morand y Camilo Rossel, representan los distintos significados de la palabra que da título a la obra: un proceso físico, un aumento de la vibración del cuerpo y un espasmo que moviliza a otros.


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