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Andrés Pérez y la Negra Ester en Punta Arenas


En las primeras semanas de este año 2021 escribimos tres crónicas dedicadas a resaltar las virtudes artísticas y los valores humanos del actor y dramaturgo magallánico Andrés Lorenzo Pérez Araya (1951-2002).

Víctor Hernández, presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, filial Magallanes

Esbozamos una síntesis de su vida. Su infancia en Punta Arenas; los estudios superiores en Santiago. Sus inicios en el mundo artístico como bailarín en programas televisivos de alta sintonía. El estreno de sus primeras obras de teatro ya ponía de relieve una particular propuesta estética que profundizó con su estadía de seis años en París, Francia, becado por el Instituto Chileno Francés de Cultura. Allí estudió y formó parte del grupo de teatro independiente más importante de Europa, el Theatre du Soleil. A su regreso a Chile, en compañía de otros amigos creadores, fundó la compañía Gran Circo Teatro, en donde plasmó todo el caudal de conocimientos adquirido en el viejo mundo.

Sostuvimos en aquella ocasión, que la puesta en escena de “La Negra Ester” (1988) supuso un antes y un después, en el ejercicio de la dramaturgia nacional. En primer término, la interrelación entre los actores y el público. Andrés Pérez proponía una ruptura estructural con la forma de representar la obra artística. Dentro de esta concepción, ya no se necesitaba un recinto, un edificio o un escenario especialmente habilitado para que los actores y las actrices pudieran representar sus papeles. El único escenario válido era la calle misma. En cierto modo, los artistas intervenían la realidad de las personas, que sin proponérselo, terminaban participando directa o indirectamente de las distintas creaciones del Gran Circo Teatro.

Bajo esta premisa, debemos considerar que la obra representada era una creación colectiva y no, la producción literaria de un solo dramaturgo. Esta condición se puso de manifiesto, en mayor o menor medida, en todas las obras posteriores de Andrés Pérez: “Época 70: Allende”; “Noche de reyes”; “Ricardo II”; “Popul Vuh”; “El Desquite”; “Madame de Sade”; “La consagración de la pobreza”; “Tomás”; “Nemesio Pelao ¿qué es lo que te ha pasao? “Chañarcillo”; y “La huida”.

Dijimos además, que Andrés Pérez fue, a su manera, un activista social y un artista adelantado a su época. Recuperó opulentas construcciones de principios de siglo veinte que se hallaban abandonadas, que languidecían ante el avance cruel y despiadado de la modernidad. Esta lucha se convirtió en un ícono de cómo adecuar nuevos espacios para que los artistas pudieran ensayar y preparar sus trabajos. A esa altura, el estado chileno pareció reaccionar modificando la idea sustancial de Andrés Pérez. Se levantaron Centros Culturales. Se echaron los cimientos de un nuevo organismo. Pronto nacería el Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes. Se puede especular mucho al respecto. Por ejemplo, se podría levantar como hipótesis, que la ocupación que hicieron los integrantes del Gran Circo Teatro de fastuosas y vetustas salas de teatro, obligó al Estado a institucionalizar la actividad cultural.

Durante aquellas semanas, señalamos este conjunto de ideas con el título: “Celebrando los setenta años de Andrés Pérez Araya”. Y mencionamos su gigantesca, pero olvidada contribución a la renovación del lenguaje dramatúrgico. En estos días, en que Andrés Pérez de estar vivo cumpliría efectivamente setenta años, nos atrevemos a plantear que su propuesta estética y su trascendencia en el tiempo, hace que la contribución epistemológica de este creador magallánico sea inmortal. Por eso, en los párrafos que siguen, intentaremos revivir la llegada al austro, en marzo de 1989, del Gran Circo Teatro con Pérez a la cabeza, para presentar en Punta Arenas, a “La Negra Ester”.

Algunas consideraciones sobre el teatro antes de la venida de la Negra Ester a Magallanes

En otras publicaciones nos hemos referido y también escrito sobre la actividad teatral en Magallanes. Creemos que el arte de la representación ha tenido en la región etapas de dulce y de agraz. Nos parece, sin ánimo de entrar en reduccionismos o clasificaciones, que el teatro, desde 1894 a 1920, vivió una época de cierto esplendor, matizado con la presencia de compañías extranjeras que se presentaban a tablero vuelto en el Teatro Municipal. El aclamado actor y dramaturgo magallánico Domingo Mihovilovic en su libro biográfico “Amor y humor del Teatro” nos entrega en la página 14, algunas pistas de aquello: “Numerosas eran las compañías que llegaban a Punta Arenas y de las cuales fuimos asiduo público. Recuerdo las de "Juan Leal y Nieves López Marín”, la de “Díaz-Perdiguero”, “Carlos Valicelli”, “Ruiz-Madrid”, “Esther da Silva” y “María Llopart”. Pero largamente la mejor fue la de la familia “Serrador-Marí”, que en su repertorio traía Un día de octubre de George Kaiser, Cándida de Bernard Shaw y obras de Benavente, Pirandello y los hermanos Álvarez Quintero”.

Posteriormente, hubo un despertar –debido tal vez a la influencia de las ideas anarco sindicalistas en el territorio- de un teatro de tipo social, cultivado preferentemente por los cuadros artísticos vinculados con la Federación Obrera de Magallanes. El académico Ernesto Livacic Gazzano nos compartió notas del tema en su libro “Historia de la Literatura de Magallanes”, en cuya página 92 encontramos:

“Cabe destacar la actividad teatral sostenida en “La Bodega”, salón de la Federación Obrera, ubicada en calle Errázuriz, y destruida en un alevoso incendio la noche del 27 de julio de 1920. Luego vino la construcción de acogedoras salas en los colegios salesianos. El Conjunto Teatral “Rosalía de Castro”, bajo el patrocinio del Centro Gallego, o el Cuadro “Víctor Domingo Silva”, el conjunto teatral “Luis Rojas Gallardo”, en 1930, y el “Benedicto Cárdenas”, en 1935, ambos últimos con actuaciones en el auditorio de la Radio “La Voz del Sur”, en las que participaron Rosa de Amarante, Juan Alberto Sepúlveda, Ladislao Venegas, Rosy Vodanovic, Juan Jelincic, María Díaz, María Elena Vukovic, Francisco Coloane y otros”.

En el ámbito de autores dramáticos, Livacic, luego de hacer una síntesis de los dramaturgos magallánicos más conocidos, se detiene para mencionar a los nuevos valores destacando el aporte de Eugenio Mimica Barassi, (1949-2021); Luis Alberto Barría, (1954); Rolando Mansilla (1948); Nelson Angelo Maldinic (1949); y Hernán Andrade Martinic (1953). En este grupo ubica a Andrés Pérez y señala: “Andrés Pérez nació en Punta Arenas en 1951. Estudió primaria en la Escuela “Yugoslavia” y luego hizo tres años en el Instituto Comercial. Más tarde se trasladó a Santiago. Ha actuado como protagonista de varias obras nacionales, entre ellas “Lautaro”, de Isidora Aguirre, donde además se destacó como coreógrafo. Su obra “Las del otro lado del río”, ambientada en Magallanes, constituyó todo un éxito en Santiago, permaneciendo por meses en cartelera. Su trama se desarrolla en una casa de prostitución de Punta Arenas”.

Es sorprendente que esta semblanza sea una de las pocas que se conocen en Magallanes sobre Andrés Pérez antes de 1989. Lo demás aparece registrado en medios de prensa nacionales que se explayan sobre la interpretación lograda por el autor en difíciles papeles cuando era integrante del Theatre du Soleil. Ernesto Livacic menciona la obra “Las del otro lado del río”. Nosotros pensamos que esta pieza teatral, estrenada en Santiago en 1978 es clave para comprender la producción dramatúrgica, y la propuesta creativa y estética posterior, de Andrés Pérez y del colectivo conocido como “Gran Circo Teatro”.

En el Gimnasio de la Confederación Deportiva

Podemos afirmar con certeza, que en el verano de 1989 se vivía una época muy distinta a la actual. Por de pronto, el plebiscito celebrado el 5 de octubre del año anterior, otorgó un amplio triunfo de la opción “No” en Magallanes. A su vez, la revisión de la prensa regional nos llevó al convencimiento que se re articulaba el mundo político con miras a las elecciones presidenciales y parlamentarias fijadas para el mes de diciembre.

En cuanto al panorama cultural, podemos asegurar que todavía existía una interesante oferta cinematográfica. A mediados de marzo de 1989, el cine Gran Palace exhibía la película “Buscando a Mr. Goddar”; mientras que, el cine Cervantes estrenaba la cinta francesa “Adiós a los niños”. El diario La Prensa Austral anunciaba que Estrella de la Paz, ex integrante de ballet de Canal 13 de televisión, había instalado una academia para el estudio de danzas y coreografías, en calle Covadonga 20, en el barrio Prat. En tanto, el poeta Aristóteles España se presentaba en diversos espacios de Punta Arenas, promocionando su último trabajo poético “Contra la Corriente”, a la vez que ofrecía lecturas de su celebrado texto “Dawson”, por aquel entonces, prohibido en Chile.

Ahora bien. Como explicamos en nuestra reseña del domingo 3 de enero, Andrés García, productor de la obra, visitó en febrero de 1989 a nuestra ciudad, para iniciar las tratativas con personalidades de gobierno y del municipio para resolver dos cuestiones esenciales: la elección de un sitio cerrado para presentar la obra y de un lugar barato para alojar a una delegación de veintiocho personas.

Aquí nos detenemos un momento. “La Negra Ester” estaba pensada para presentarse en espacios abiertos. Hasta cierto punto, el montaje constituía una prolongación de las primeras obras de teatro callejero que Pérez produjo con otros actores de su generación, a principios de los años ochenta con el Teatro Urbano Contemporáneo (Teuc). De hecho, la obra había debutado con inusitado éxito en una pequeña plaza en la comuna de Puente Alto, y debido al aumento de público en cada una de las funciones, desde enero de 1989, el elenco se presentaba en la terraza del cerro Santa Lucía, en pleno corazón de Santiago. Pero el clima de Punta Arenas, con sus feroces rachas de viento en el verano, hacía aconsejable desistir del proyecto original y buscar un plan alternativo. Finalmente, se decidió ubicar a los artistas en las antigua Casa del Deportista, y realizar la obra ocupando sólo la planta baja del Gimnasio de la Confederación Deportiva.

La Sociedad Pro Arte se encargó de la organización del evento. La Línea Aérea del Cobre (Ladeco) aseguró la traída en avión de los integrantes de la compañía Gran Circo Teatro. La institución financiera “Fincard”, asumió el auspicio de la obra. Héctor Chamorro, gerente regional de esta entidad manifestaba: “A través de este auspicio la entidad busca aportar cultura a los magallánicos, con una obra que refleja el sentir nacional”. Es la primera vez que Fincard se aparta del ámbito financiero para respaldar una obra que está cerca de marcar un hito en el teatro chileno y que es, una especie de nueva “Pérgola de las Flores”.

Una semana antes del inicio de las funciones, llegó a nuestra ciudad, el escenógrafo jefe de “La Negra Ester”, Daniel Palma. En entrevista de prensa, Palma acompañado del entonces agente regional de Ladeco, John Rees, aseveraba que venían en camino “seis toneladas de equipaje desglosadas en escenografía, vestuario e instrumental técnico y musical”. Al parecer, Daniel Palma no parecía muy convencido sobre la infraestructura y las características de los escenarios locales, como se desprende del siguiente comentario: “Estamos buscando el lugar más amplio, porque la obra fue diseñada para espacios abiertos. La Negra Ester es el resultado de toda una experiencia del teatro callejero”.

Palma explicó además, que la escenografía era una propuesta plástica que se asemejaba a lo que es la atmósfera y la textura del puerto de San Antonio, lugar en que se ambienta la obra. Recalcó que el fondo escenográfico fue creado con materiales encontrados en bodegas en demolición, con elementos que tenían más de cien años.

Con la dirección de Andrés Pérez, acompañado por el músico y poeta Roberto Parra y la producción a cargo de Andrés García, el Gran Circo Teatro llegó a Punta Arenas el lunes 20 de marzo. Entre los actores y actrices destacaban las figuras de María José Núñez, Pachi Torreblanca, Ximena Rivas, María Izquierdo, Rosa Ramírez, Aldo Parodi, Alejandro Ramos, Willy Sembler, Horacio Videla y Boris Quercia. Como dijimos, Daniel Palma era el jefe de escenografía. A cargo del vestuario se hallaba José Luis Plaza.

En la conferencia de prensa, el productor Andrés García fue categórico al defender el auspicio dispensado por Fincard: “Seiscientas personas cómodamente sentadas podrán admirar diariamente la obra teatral “La Negra Ester” en el Gimnasio de la Confederación Deportiva. Es bueno que este tipo de instituciones dejen su quehacer económico y se preocupen de la cultura. El apoyo de Fincard significa que partimos en una vinculación que va a permitir que muchas más personas de la región puedan acudir respaldadas por la entidad financiera”.

En tanto, Andrés Pérez propuso la realización de un taller de teatro con énfasis en el empleo de máscaras, lo que causó gran regocijo entre la gente de teatro de Punta Arenas. Pérez aprovechó el momento para señalar que como buen magallánico que era, había elegido a su ciudad natal para comenzar una larga gira con la obra, que incluía a continuación, presentaciones en Puerto Montt, Valdivia, Temuco y Concepción, como preámbulo a la participación del elenco en el festival de teatro de Montreal, en Canadá, en julio de ese año. Después de varias reuniones se llegó al acuerdo de efectuar cinco presentaciones, desde el 25 al 29 de marzo y se fijó el valor de la entrada en seiscientos pesos por persona.

La jornada del debut supuso un lleno total y un éxito sin precedentes para la Compañía. El diario La Prensa Austral hizo un emotivo comentario de la experiencia vivida: “Las expresiones subidas de tono abundan, pero parece natural dado el ambiente de la obra, calificada como circo-teatro, y que es una sublimación del teatro callejero nacido en la vías céntricas de la capital en los últimos años y que alcanzara pantalones largos en la presentación, en una terraza del cerro Santa Lucía, de ésta “La negra Ester” con actores que logran tan bien sus personajes en este mundo de prostíbulo portuario, con muchas, muchas risas, algunos toques de drama, gran colorido, adecuado maquillaje y escenografía circo hasta con escaleras para artistas en buenas condiciones físicas pero sobre todo, histriónicas, para lograr que el espectador se sumerja realmente en el ambiente del cabaret “Las luces del puerto”.

“Vale la pena verla. Mas. Sería una pena perdérsela”.

Las autoridades de aquél entonces, acostumbrados a presenciar espectáculos tradicionales y formales, casi siempre en primera fila al interior de suntuosas salas de espectáculos, parecían observar con incredulidad la calidad de la obra y la capacidad interpretativa de los actores. El alcalde de la comuna, Eduardo Menéndez Glasinovic afirmaba que junto con gozar también sintió pena. “Es una obra intensa de nuestro pueblo, con una muy buena presentación y es digno de que la comunidad comparta una posibilidad con estos artistas y vea su obra, que es verdaderamente hermosa”. Un comentario escueto, pero similar expresó el subgerente nacional de Fincard, Jaime Callejas, quien dijo: “Hemos visto una obra maravillosa”.

“La Negra Ester” abrió otra forma para repensar la actividad teatral en Magallanes. Su influencia se hizo sentir con la aparición de nuevos grupos de actores y actrices, que han entendido que se puede hacer arte de calidad usando las calles de la ciudad. Por eso y más, agradecido por siempre Andrés Pérez, grande entre los grandes.


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