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El tiempo entre nosotros se instala en Antofagasta desde el 20 de enero


El tiempo entre nosotros se instala en Antofagasta desde el 20 de enero

El pasado 14 de enero debutó El tiempo entre nosotros del director y dramaturgo argentino, Fernando Rubio, en el patio central del Centro Cultural Gabriela Mistral. La performance se presenta en el marco del Festival Internacional Santiago a Mil, y luego de cinco días, se traslada al Muelle Histórico de Antofagasta.

Por Diana Torres

Todos los días, desde las nueve de la mañana, hasta las 23 horas el actor chileno Sebastián Layseca, se ha convertido en un hombre, que despojado de su historia, vive en una casa de madera en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM). ¿Cuál es el sentido? Instalar la duda sobre si es posible convertirnos en un “otro”, argumenta su director Fernando Rubio (1975).

Esta performance, del dramaturgo y artista visual argentino, fue estrenada en la Bienal de Performance 2015 y se presenta en el marco del Festival Internacional Santiago a Mil. Estuvo en cartelera durante la semana pasada, desde el 14 al 18 en Santiago, y desde el 20 al 24 de enero estará en Antofagasta. 

El tiempo entre nosotros es parte de la larga lista de trabajos que Rubio ha presentado en sus más de 15 años de trayectoria, la cual ha incluido teatro, instalación, intervenciones, documentales, videos (Si es amor y El cuarto de al lado, de Fito Paez); además de sus publicaciones, que han sido traducidas al inglés, alemán, portugués, griego, holandés, coreano, italiano y francés. Ello sin contar los premios y reconocimientos numerosos que ha recibido en diferentes festivales internacionales.

Sobre el montaje “creo que hay algo de lo propio que siempre está vinculado con lo que se construye, yo cambié de país y me vine a Brasil”, comenta al referirse al proceso de creación del montaje. 

Asimismo, afirma que el sustento de la obra parte de la experiencia del espectador junto al actor, quienes permite crear una historia que va cambiando a medida que ambos se encuentran, “el espectador se puede relacionar en ese tiempo y espacio provocando  situaciones singulares, que si bien los había trabajado desde otra óptica nunca había sido tan radical”.

En ese sentido, el espectador sólo tiene que tocar la puerta y entrar, o seguir por streaming la radiotransmisión, en donde Layseca nos cuenta sobre su quehacer diario. A su vez, quienes asistan a las funciones en Antofagasta podrán ver Nostalgia de la luz, de Patricio Guzmán, presenciar una conversación con Alberto Mayol o seguir el diálogo con Pablo Oyarzún con tan solo enviar un mail a eltiempoentrenosotros@gmail.com. “Al inscribirse el espectador comienza un posible diálogo, una posible relación que nos hace pensar ¿cuál es el tiempo en que nos relacionamos con una obra?”, señala Rubio.

¿Qué tiene de particular esta propuesta en contraste a tus otros trabajos?

La singularidad es el trabajo está en cómo está planteada la temporalidad. Es una obra que no solo se plantea durante cinco días, sino que tiene un desarrollo y crecimiento en la experiencia del cuerpo del actor. En segundo lugar, la experiencia del público tiene dimensiones múltiples. Al producirse diferentes situaciones que se dan en ese espacio y por fuera, el espectador no solo asiste a un tipo de situación, sino que puede asistir a muchas, como el relato de un texto, el encuentro de la persona con otro par que viene a construir la obra con él. Diferentes momentos del día donde suceden desde la posibilidad de ver una película dentro de la casa o la comunicación por radio, donde lo que pasó y pasará se va resignificando. y se va construyendo un espacio de interacción con el espectador.

Es un montaje que presenta temas que son recurrentes en tu obra, como la memoria, lo íntimo, el recuerdo y el olvido. ¿Qué te hace volver a estos tópicos?

Como decía Jorge Luis Borges, uno trabaja tres o cuatro temas que lo acompañan toda la vida, y a partir de ahí se construye todo lo que uno tiene para pensar y decir. Creo que la memoria y el silencio, que son los temas principales de esta obra se aplican porque cuando una persona que se va a otro lugar buscando ser otro, inevitablemente está acompañado por un montón de silencio que se resignifica interiormente y que quizás para el espectador pueden ser imperceptibles, incluso para mí como director.

En ese sentido, la reflexión que propone el texto y el lugar con el que se encuentra la situación llevan al espectador hacia un lugar de interrogantes, que es algo que siempre me ha interesa generar. Siempre estoy buscando que se amplíen las preguntas y que haya algún tipo de respuesta, entonces hay un interrogante que tiene que ver con la imaginación, la fantasía, la sospecha. ¿Qué hace ese hombre ahí? ¿qué va a hacer durante esos días? y una serie de articulaciones que se empiezan a dar a medida que la relación pasa a ser de mayor acción por parte del espectador.

Por supuesto que entrar en la intimidad del espacio de una persona es lo que primero busco, pero por otro lado la forma en cómo esa intimidad se hace tiene que ver con la construcción de un nuevo espacio. Lo que propone la obra es que no hay una historicidad de ese lugar, entonces toda historia que se da en el momento que empieza la obra es entre el espectador y este actor.

¿Es allí cuando el espectador pasa a ser persona?

Sí, para mi la nomenclatura espectador es bastante ajena a cómo yo pienso y siento las obras. La idea de personas es lo que más me identifica. Me interesa mucho pensar quién es la persona que va a venir. Algunas preguntas también se empiezan a conformar con las emociones de los espectadores que en esos espacios tan cercanos son resonadores permanentes y no solamente la expresión más acabada de una persona que está allí en silencio.

La sospecha son esas mismas preguntas que la obra se hace en el cuerpo del actor a través de preguntarse quién es, hacer un gesto de salir a otro lugar y hacia otro tiempo de su vida e intentar ser otro. Esa sería la búsqueda central que no está solamente relacionada hacia el interior de la obra, sino también hacia la posibilidad de construcción con los espectadores y en ese sentido hay varios dispositivos que hablan del tiempo de la obra.

El tiempo entre nosotros se presentará desde el 20 al 24 de enero en el Muelle Histórico de Antofagasta en el marco del Festival Internacional Santiago a Mil. Las actividades son gratuitas, pero la mayoría con inscripción previa, para ello te invitamos a revisar el Programa El tiempo entre nosotros y enviar un mail a eltiempoentrenosotros@gmail.com. Mientras que el streaming lo puedes seguir a través de www.fundacionteatroamil.cl

Foto: Sebastian Beltran Gaete / AGENCIAUNO

 

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