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Teatro de Chile y Realismo: “Nos preguntamos cómo sería un teatro que no se rigiera por las leyes antropocéntricas”


Teatro de Chile y Realismo: “Nos preguntamos cómo sería un teatro que no se rigiera por las leyes antropocéntricas”

La compañía teatral se despide de los escenarios y de Santiago a Mil con su último trabajo, el cual pone en crisis la noción moderna del ser humano como medida de todas las cosas. La obra es dirigida por Manuela Infante y acá nos cuenta cómo fue desarrollarla en residencias en Valparaíso, Santiago, Buenos Aires y Nueva York.

Por Karina Mondaca Cea

Cuando la compañía Teatro de Chile aún trabajaba en su anterior montaje, Zoo, una serie de preguntas que habían nacido en obras previas, volvieron a aparecer. En medio de la investigación, la dramaturga y directora Manuela Infante se encontró con una corriente filosófica llamada Realismo Especulativo, el cual articuló un sentir que ya habían estado explorando en proyectos anteriores y que daría vida al siguiente montaje: Realismo.

“Cuando uno hace una exploración del tema, normalmente esa investigación abarca más de una obra. Uno se demora un buen rato en hincarle el diente a algún asunto y al por fin hacerlo, eso significa uno, dos o tres obras. De alguna manera, Zoo tocaba asuntos que después se amplificaron y que se transformaron en Realismo”, cuenta Manuela entre medio de una de las jornadas de ensayos

Caracterizados por utilizar el escenario como un lugar para poner a prueba conceptos, paradojas e ideas surgidas del pensamiento filosófico contemporáneo; la agrupación chilena sorprenderá esta vez con esta corriente creada por el estadounidense Graham Harman. “Se pregunta por el mundo que hay afuera o que excede a los seres humanos, y en qué medida nos afecta este mundo sin que podamos tener control”, explica la autora de 36 años. “Es pensar en un mundo que fuera no antropocéntrico, que las cosas que pasan, no pasan simplemente porque los seres humanos deciden y tienen voluntad. Es preguntarse por el poder y la voluntad que tienen otras fuerzas que no son necesariamente humanas”, agrega.

Para adentrarse en esta reflexión, la compañía recurrió no sólo a Harman, sino que también a otros autores de la misma corriente, como Jane Bennet y Bruno Latour, y también otros referentes culturales como Charles Chaplin y Mr. Bean. “Nuestra metodología parte tomando las ideas de ciertos pensadores y tratar de convertir esas ideas en escena. Pero también revisamos a Chaplin y Mr. Bean por estar en un universo que siempre resulta cómico, pero en relación a las personas en conflicto con las cosas”, confiesa Manuela sobre la investigación que también incluyó un par de clases de física básica.

Tal como sus anteriores trabajos, que se desarrollaron durante largos periodos, la creación de Realismo se extendió por más de un año y a través de diferentes residencias creativas en las ciudades de Valparaíso, Santiago, Buenos Aires y en Watermill Center, el Centro de Investigación Teatral de Robert Wilson en Nueva York. Para Manuela, esta situación no fue casualidad, sino que buscaron desarrollar el proceso creativo en diferentes etapas antes de introducirse a lo que es el montaje: “Las residencias son momentos intensos de investigación y como que se genera una especie de flujo, de potencia más fuerte que cuando vas sólo a ensayar todos los días en la noche. Por eso nos gusta esta metodología, porque genera una concentración particular. La primera parte fue súper teórica, después empezaron las exploraciones y en Watermill ya hicimos una muestra donde había muchas escenas que forman parte de la obra actualmente. Además, uno logra desconectarse de las expectativas, de pensar en quién va lo va a ver, cómo lo va a ver y cuándo lo va a ver. Uno se olvida del contexto en el que la obra va a ser presentada y uno puede trabajar con más libertad”.


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