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Mario, Luiggi y sus fantasmas vuelven a los escenarios por partida doble


Mario, Luiggi y sus fantasmas vuelven a los escenarios por partida doble

La compañía dirigida por Ariel Hermosilla volvió a remontar su aplaudido montaje Como ovejas y lobos en el Teatro Sidarte, y a la vez estrena Manual de Carroña en el Teatro del Puente. “La idea es que el espectador sea libre de mirar y terminar de armar la obra, y que a través de los signos presentes en ella, vea su propia biografía”, explica el director sobre sus trabajos.

Por Karina Mondaca Cea

Ariel Hermosilla se declara un fanático de los cuentos infantiles clásicos, especialmente los escritos por los hermanos Wilhelm y Jacob Grimm durante la década de 1800. Pero no fue hasta 2011 y en un viaje a Alemania que, en una especie de revelación, logró hacer coincidir su interés personal con su profesión. “Me tocó viajar con la compañía Teatro de Chile y Manuela Infante, y yo nunca había estado en un lugar con una lengua tan diferente. Ahí quedé impactado por cómo uno igual logra comunicarse a través de imágenes, gestos y sonidos; así que cuando volví a Chile, le propuse a mis compañeros hacer una obra que no tuviera texto y que estuviera basada en un cuento de los Hermanos Grimm”, cuenta el actor, director y dramaturgo.

Así fue como en 2011 la compañía Mario, Luiggi y sus fantasmas –integrada por Stephanie Ayala, Catalina Covarrubias, Manuel González, Daniela Portillo y el propio Ariel Hermosilla- comenzó a trabajar el que sería su tercer montaje Como ovejas y lobos, el que volvió a cartelera y se presentará hasta el domingo 28 de agosto en Teatro Sidarte.

La obra, basada en el cuento El lobo y las siete cabritillas, cuenta la historia de tres ovejas que viven con un cazador que un día decide ir en busca del lobo para asesinarlo. Pero el trabajo no sólo revisa las metáforas y trasfondos de los cuentos infantiles, sino que también atraviesa temas como la lucha natural entre dos especies opuestas (ovejas y lobos), potenciando el simbolismo que cada una carga: el bien y el mal, el día y la noche, el cautiverio y la libertad, la obediencia y el instinto, la sumisión y la violencia, el cristianismo y el satanismo.

Fue muy instintivo, no sabíamos cómo iba a ser, cómo lo íbamos a hacer o cómo iba a resultar, porque habían muchos significantes que podían ir en desmedro de la taquilla. No sólo se trataba de una obra que no tenía texto, sino que además era basada en cuentos infantiles, y era horror”, dice entre risas Ariel sobre el proceso creativo del montaje. “Sin buscarlo, poco a poco fuimos transformándonos en una compañía ‘de género’ y con una propuesta un poco más ‘oscura’”.

Obra "Como ovejas y lobos"

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