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La fábrica de cuerpos perturbados


La fábrica de cuerpos perturbados

Este texto fue creado en el Taller de Crítica a cargo de Javier Ibacache, el cual forma parte de las actividades de LAB Escénico de Teatro Hoy 2017. Por esto mismo, los comentarios que aparecen a continuación son de exclusiva responsabilidad de su autora, y no corresponden necesariamente a la opinión de Fundación Teatro a Mil.

Por Constanza Alasevic

Cuando hablamos de escenografía, el imaginario colectivo piensa en un escenario intervenido con diferentes objetos para que el espectador visualice el lugar ficticio que se quiere representar. El caso de La fábrica es completamente distinto: la acción dramática es llevada a cabo en una fábrica abandonada en el centro de Santiago, dirigida por Camila Karl en el contexto del ciclo Teatro Hoy 2017.

Al ingresar al recinto, lo primero que se logra visualizar es un gran espacio oscuro con una enorme proyección audiovisual en el fondo, al mismo tiempo, es reproducida la grabación de un trabajador en la que se nos cuenta la vida y condicionamientos corporales que frecuenta, sopesado por su enorme pasión por la pintura y su deseo de volver cada día a su casa a practicar.

La idea matriz de la obra es exhibir las explotaciones laborales, las extensas jornadas y las operaciones monótonas y sin descanso que viven a diario los trabajadores de fábricas, en este caso representados por cuatro personajes que deciden trabajar 24 horas seguidas para mejorar la producción y terminar rápidamente un encargo. Sin embargo, la decisión los llevará a experimentar diferentes crisis existenciales.

La obra pertenece al colectivo Cuerpo indisciplinado, núcleo de investigación y creación que colabora con diferentes artistas y compañías en el desarrollo de sus proyectos con el objetivo de cuestionar al cuerpo y su contexto sociopolítico a través de experiencias performativas.

El concepto de cuerpo trabajado en la obra es un cuerpo estresado y sobrecargado que no puede detenerse, pues si presenta alguna quietud, inmediatamente pierde el control y entra en crisis. Como decía uno de los personajes: “si me detengo, no disfruto un buen libro, no contemplo el paisaje, si lo hago, yo me siento solo”, reflexión que lleva a poner en cuestionamiento si la solución es solo desde el ámbito laboral o los patrones socioculturales igualmente deben ser intervenidos. Por lo tanto, no se nos presenta la idea tradicional de cuerpo que se tiene acerca del trabajador: una figura lastimada, lenta, cansada; por el contrario, se presenta un cuerpo histérico, encolerizado, híper-energizado y ansioso.

Sin embargo, la expectativa pronto comienza a esfumarse en la mitad de la puesta en escena, cuando nos encontramos en medio de la discusión de dos personajes quienes relatan una historia acerca de una traición por parte del equipo, mientras uno de ellos realizaba ejercicio físico, respecto a esto, no queda muy claro de dónde surge, el por qué y cuáles son los argumentos en los que se apoya, lo cual provocó una confusión y declive pues esta larga mecánica se extendió por muchos minutos en donde los juegos teatrales fueron mínimos.

Al final de la obra, los personajes nos abrieron su mundo interior, momento en que revelaron sus profundos temores y deseos. Respecto al texto dramático, no mostraba demasiada innovación en lo que se decía, pues es un tema muy relevante y utilizado en las artes escritas como la dramaturgia, la literatura y la filosofía, por lo tanto, si la importancia no recaía en lo que se decía, radicaba en el cómo se expresaba, en éste caso, el final se presentaba al estilo Bertolt Brecht con su concepto de teatro épico en el que uno de los personajes hablaba directamente a la audiencia, daba un discurso que esperaba romper con los patrones sociopolíticos actuales y finalizaba con la disminución lenta y continua de la iluminación.

Este tipo de finales son muy utilizados en obras que abarcan problemáticas sociales donde los conceptos e ideas están bien realizados, por lo cual, se sugiere agregar algún elemento nuevo para ser distintivo. En este caso no se logró con totalidad. Se aprecia la innovación de la escenografía, la cual podría complementarse si se orientara hacia una solución final más activa en recursos teatrales en vez de recaer solo en el peso del discurso.

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