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Emocionante y multitudinaria fue la despedida a Juan Radrigán


Emocionante y multitudinaria fue la despedida a Juan Radrigán

Familiares, amigos y aprendices del dramaturgo fueron parte de un homenaje que se realizó en la Sala Antonio Varas del Teatro Nacional Chileno, y posteriormente en la Pérgola de las flores de Santa María.

Por Karina Mondaca Cea

Desde que se informó sobre la muerte de Juan Radrigán, los días han estado fríos, lluviosos y tristes en la capital. Pero este martes 18, lo que se vivió en la Sala Antonio Varas del Teatro Nacional Chileno fue todo lo contrario: el recinto ubicado en Morandé 25 abrió sus puertas para despedir al fallecido dramaturgo en compañía de sus familiares, amigos, colegas y aprendices, quienes lo homenajearon a través de palabras, risas, recuerdos, anécdotas, música y actuación.

“Han sido tres días llenos de afecto, reconocimiento a un talento estremecedor”, expresó Andrea Gutiérrez, Presidenta del Sindicato de Artistas de Chile (SIDARTE). “Como han dicho, él no conocía los límites y es por eso que nos encontramos con Juan Radrigán, en su figura, todos los que trabajamos en el teatro: actores, directores, técnicos, diseñadores, productores y por supuesto, dramaturgos. Él se vinculaba con el teatro y con todas las personas que lo hacen”, añadió muy emocionada frente a una multitud de asistentes que repletó el recinto.

Junto a ella, otros voceros quisieron dedicar palabras de cariño y admiración a quien fuera Premio Nacional de Artes de la Representación 2011, como Ernesto Ottone, Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes; Ramón Núñez, Daniel Alcaíno, Héctor Noguera, Luis Barrales, entre otros. Justamente este último destacó el valor de la dramaturgia del fallecido autor, conocido por otorgar un sello social a sus obras, con personajes populares que hablan sobre la (in)justicia, el amor y la dignidad. “Todo lo que me habían enseñado a avergonzarme en la escuela, en la tele, que así no se habla, que así no se vive, que no son esos sueños correctos”, comenzó diciendo Barrales sobre su primer acercamiento al maestro teatral. “Por fin veía alguien que nos miraba con cariño. Por fin nos miraba un hombre bueno y nos sacaba el manto de la vergüenza. Por fin alguien a los míos me los miraba y con ternura me los devolvía vivos, me los devolvía humanos, me los devolvía dignos”, dijo el director y dramaturgo proveniente de la comuna de Laja.

foto-radrigan-1Pero, además, Barrales conmovió con sus historias en las que compartió con Radrigán. “Una vez, un muchacho en clases, con ganas de tirar la esponja, preguntaba desesperado cómo era posible escribir algo original si ya todo estaba hecho. Entonces el viejo se rió divertido. ‘¿A dónde saliste que está todo hecho?’, le dijo, ‘hay algo dentro de ti, que nadie ha hablado nunca’. Nos dejó callados a toda la sala entera, mirando todo el cosmo que había dentro nuestro”, dijo el autor de obras como Niñas Arañas, H.P y La Mala Clase. “Él iba pasando y yo me subí a sus hombros, como un niño con su padre cuando iba al estadio (…) yo me topé en su camino y lo escalé para ver cómo se veía el mundo desde su cumbre”, fue otra de las oraciones con las que emocionó.

Por su parte, Héctor Noguera rescató no sólo el indiscutible aporte a la dramaturgia chilena por parte de Radrigán, sino que además destacó su rol como formador de nuevos y futuros artistas. “Él, un hombre autodidacta, más que nadie, sabía mejor que nadie transmitir el conocimiento. Ese conocimiento que él adquirió a través de su inteligencia, de su piel, de su sensibilidad. Les enseñó a sus estudiantes la libertad de expresarse”, explicó el actor y director teatral de 79 años. Y agregó: “Era impresionante el respeto con el que escuchaba y leía cada uno de los trabajos de sus alumnos, le gustaran o no le gustaran, y siempre había en él un respeto enorme y un consejo sabio donde no les decía cómo se hacía las cosas, sino cómo debía descubrir aquella libertad para expresar”.

La ceremonia también dio espacio para las bromas y los buenos recuerdos que el propio Radrigán construyó. “Mi padre los abrazaría fuertemente y les preguntaría: ‘¿qué hacen aquí?’, ‘¿quién se murió?’”, dijo la dramaturga e hija, Flavia Radrigán, quien desató las risas en la sala. “Puedo decir que mi padre me enseñó que la contradicción debe vivir en las obras, que el amor-odio son el pie forzado para el desarrollo de esta humanidad. Que para escribir se debían buscar las heridas del corazón”, confesó. En tanto, Silvia Marín, pareja de Juan, agregó: “Fue una persona horizontal, frontal, no hizo nunca divisiones. Llegó a todo el mundo, caló en todo el mundo. Fue maravilloso haber compartido 30 años de mi vida, fue un honor”.

La cita, que se extendió desde las 10 hasta las 12.30 horas, no sólo sirvió para compartir historias y cariñosas palabras; sino que también para repasar y celebrar el trabajo que dejó el autor. Así, distintos actores presentaron extractos de sus obras más recordadas: todo partió con la versión musical de Fantasmas Borrachos, para luego continuar con Los testimonios de las muertes de Sabina, Las Brutas (con Amparo Noguera, Catalina Saavedra y Claudia DiGirólamo en escena), Hechos consumados (con Rodrigo Pérez, Amparo Noguera y José Soza) y finalmente Amores de cantina, que emocionó casi al término de la jornada gracias al elenco integrado por nueve actores y cantantes.

Al finalizar el acto, y tras largos aplausos que se extendieron por minutos en la Sala Antonio Varas, los restos de Radrigán fueron trasladados a la Pérgola de las flores de Santa María –donde recibió una emocionante y colorida despedida por parte de los trabajadores- y luego al cementerio Parque El Manantial de Maipú, espacio donde fue sepultado en presencia de familiares, amigos y estudiantes.

Fotos: CNCA
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