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El biodrama y los cinco sentidos: las nuevas miradas de la danza que llegan al Teatro Municipal


El biodrama y los cinco sentidos: las nuevas miradas de la danza que llegan al Teatro Municipal

Sin título que aguante, de Francisco Paco López, y SENTIDOSeis, del destacado intérprete Pablo Zamorano, son los nombres de los montajes del 5to Encuentro Coreógrafico Sala Arrau, que se estrenaron ayer y estarán en cartelera hasta este sábado 23 de julio. ¿Qué pasa cuando la danza se torna biográfica o invita a encontrar el sexto sentido a partir de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición?

Por Carla Alonso Bertaggia

La necesidad de contar la propia historia, en este caso, la de dos referentes de la danza chilena, Teresa Alcaíno (66) y Sonia Uribe (76), que retornan al lugar de sus inicios en esta disciplina, casi 50 años después: el Teatro Municipal. Y la excusa para contar también otra historia, la del país, a través de la voz de las protagonistas que están juntas en escena por primera vez, hablando, actuando y por sobre todo, bailando.

Esa es la premisa de Sin título que aguante, una obra que mezcla danza, teatro y música en vivo y que llegó al 5to Encuentro Coreográfico Sala Arrau, del Teatro Municipal, destinado a lo experimental en la danza. “No hay título que aguante la biografía de estas dos bailarinas chilenas”, explica el dramaturgo y director del montaje, Francisco Paco López.

“Se forma una suerte de documental donde muestro las huellas de la historia de la danza en la memoria y el cuerpo”, agrega López, quien hace algún tiempo venía explorando la idea de hacer biodrama en la danza: montajes que apelan a la historia personal.

Su inspiración apareció mientras participaba en el encuentro Danza al fin, que realiza cada dos años el centro artístico Espacio Arte Nimiku, donde se rinde homenaje a figuras destacadas del mundo de la danza. En 2014 se escogió a Teresa Alcaíno y este año fue el turno de Sonia Uribe. “Me enteré que las dos habían estudiado en el Teatro Municipal y ese era el punto de encuentro entre ambas historias”, dice el director.

Entonces las invitó a ser parte en un proceso creativo que recorrería sus historias: arrancaba en el Teatro Municipal, pasaba por el género del espectáculo para finalizar en la danza contemporánea. “Sonia fue parte del Ballet Popular de Joan Jara y Patricio Bunster, y Tere bailó con el coreógrafo francés Claude Brumachon. Son dos ‘damas de la danza’ y cuentan su historia en una especie de teatro conferencia. Es una obra sobre la memoria escénica reflejado en el cuerpo de los bailarines”, agrega López.

En seis semanas y luego de extensas entrevistas a las protagonistas, creó los textos y las escenas. El resultado fue una obra -cuenta el director- que también es una metáfora de la historia de Chile durante la dictadura. “Teresa ingresó al Municipal y ella dice que eso de algún modo la salvó, porque pasaba 12 horas al día entrenando, con sus zapatos de ballet. Llegó ahí a los 18 años, en 1974, después del fallecimiento de sus papás. En la obra hace un solo a su padre. Volver al Municipal es como un retorno al hogar”, asegura el director.

Sonia siguió un camino paralelo: comenzó en el Municipal, pasó por el Ballet Popular y el Ballet Nacional Chileno. “Se retiró de la danza en 1981 y se dedicó a la familia. Volvió en los 90’ cuando una compañera de Ballet Popular, Rayen Méndez, formó una compañía para mayores de 50: Generación del ayer”, relata López. Así, después de 15 años fuera de las pistas, regresó a la danza.

Pero los caminos de Teresa y Sonia se cruzaron.

El sentido invisible

Un montaje, cinco piezas coreográficas sobre los cinco sentidos básicos -vista, olfato, gusto, audición y tacto-, de seis minutos cada una, dirigidas por cinco destacados artistas nacionales y un sólo cuerpo que se mueve en escena: el del intérprete y coreógrafo Pablo Zamorano.

Esa es la apuesta de la obra SENTIDOSeis, programada en la Sala Arrau, y en la que Zamorano es intérprete y autor. La invitación a formar parte de un “encuentro coreográfico” -como lo define el ciclo- empujó al autor a hacer una obra que significara, en sí misma, un encuentro. En este caso, un encuentro personal con los sentidos, donde no buscó representar algo ni construir un personaje.

“Así nace la idea de querer hablar del cuerpo y de sus mecanismos fisiológicos de la percepción. Ahí encuentro los cinco sentidos básicos y les pido a cinco directores que cada uno, en un proceso coreográfico de creación e investigación, se haga cargo de uno. Y yo estoy al servicio de ese coreógrafo”, señala Zamorano, quien a sus 28 años fue nominado al premio Altazor 2013 como mejor bailarín por obra Deuda, de la cual el autor y estuvo en el Festival Santiago a Mil 2013.

En este montaje, la dirección del sentido visión es de Elias Cohen; el olfato está a cargo de Javiera Peon-Veiga; el gusto, de Nuri Gutes; la audición Francisca Morand; y el tacto, Paulina Mellado: todos artistas nacionales destacados con los cuales Zamorano había bailado o sido intérprete. A ellos les pidió construir algo en una semana a partir de imágenes o de sus propias ideas sobre, por ejemplo, la visión o el olfato.

Pero en rigor no son sólo cinco sentidos. “Hay otro, un sexto sentido, que no se relaciona con un órgano sensorial específico, sino con un lugar de la percepción más profunda, que invita a instalarte en una dimensión distinta. Ese el SENTIDOSeis”, detalla el intérprete, quien además es docente de los departamentos de danza y teatro en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y es máster en Artes mención Dirección Teatral de la misma casa de estudios.

La invitación es que cada persona pueda encontrar ese sexto sentido más intangible desde su asiento en la Sala Arrau. “Como son cinco cuerpos distintos en cada coreografía, hay un sexto cuerpo que transita por ellos, que pareciera ser el cuerpo matriz. Este sexto sentido tiene que ver con una idea de presencia, de ánimo o lugar del espíritu. Algo un poco invisible que se está tocando. La idea es encontrarlo o empatizar con ello”.

¿El sentido más difícil? “El sonido y la piel me ponen en un lugar complejo. En el sabor, por ejemplo, estoy en la lengua, en mi boca, degustando. No es una abstracción sino un lugar complejo. Todos me pusieron en jaque”, dice el bailarín, quien espera que en el montaje el espectador perciba ese lugar de encuentro que lo inspiró a crear la obra. “Más que con la obra, tengo una expectativa con el arte… sacar a la danza de lo estético y llevarla al plano de la experiencia”, afirma Zamorano.

 El 5to Encuentro Coreográfico es organizado por el Teatro Municipal de Santiago y el Área de Danza del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, y se estará desarrollando entre el 21 y 23 de julio en la Sala Arrau, a las 19:30 horas. Entrada general de $4.000. Más información aquí.

Foto principal: Liliana Hermosilla

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